Seguro que si les preguntamos a los papás cómo se definirían, no sabrían que contestar y no sabrían decir qué tipo de papás son.
Pero los hijos sí: A veces papá está sordo y no nos oye, es miedoso, es un desastre en la cocina, es despistado, algo torpón o se cree muy gracioso… pero nunca, nunca, lo cambiarían por nada, porque les quieren muchísimo.
El papá es una de los pilares de la familia y su personalidad va a ser determinante en la educación de los hijos.
- Hay padres que son muy permisivos, huyen del autoritarismo y dejan al niño mucha libertad. Piensan que castigar a los hijos no es lo más adecuado y ceden el mando a otro. Suelen ser padres muy capaces de hacer lo que se les pide, pero no de tomar iniciativas. El peligro está en que el niño crea que en realidad es él quien controla la situación.
- Hay papás que siempre están ocupados, trabajan mucho, no tienen tiempo, llegan tarde a casa y casi no ven a los niños. Son papás poco involucrados en la educación de los hijos y sienten una mínima responsabilidad, porque ya se encargan de ellos la madre, los abuelos, los hermanos mayores… La consecuencia pueden ser niños que no se sientan demasiado queridos, con baja autoestima y bajos resultados académicos.
- Los padres autoritarios son los de toda la vida, los que consideran que los hijos tienen que obedecer sí o sí y hacer lo que ellos dicen. Castigan incluso gritan y ejercen la autoridad por la fuerza y no a través del diálogo. El problema es que los niños confundan el respeto con el miedo y se les anule su capacidad de tomar decisiones. Ante tal control muchos niños se vuelven mentirosos para evitar castigos y reprimendas.
- Los padres sobreprotectores, que siempre están pendientes de todo, se anticipan a los problemas y quieren poner remedio antes de que aparezcan. Lo hacen todo por sus hijos aun cuando saben que ellos pueden hacerlo por sí mismos. Quieren evitarles cualquier sufrimiento, pero a medida que se van haciendo mayores hay que dejarles volar y darles autonomía a medida que ellos lo vayan pidiendo. El problema es que los padres se tomen como una ingratitud que los hijos reclamen esa autonomía.
- Los padres con filosofía oriental, que quieren sacar el máximo potencial productivo de sus hijos. La diversión de los niños pierde peso frente a la competitividad, obligando al niño a destacar en algo, ya sea en el cole, en los deportes o en la música… pero siempre dejando a un lado juegos y juguetes, porque lo consideran una pérdida de tiempo. El peligro es que los niños se obsesionen tanto y se vuelvan tan perfeccionistas, que no disfruten nunca de sus logros.
- Por último están los padres que a todos les gustaría ser: Comunicativos, que piensan que la educación es un proceso a largo plazo donde los castigos y los cachetes no tienen cabida. Son capaces de establecer unas normas claras y se las explican a sus hijos para que las entiendan y las interioricen poco a poco. Les dejan autonomía para ir aprendiendo y les van dirigiendo si se equivocan, para que aprendan de sus errores. Tienen claro cuándo es necesario decir no, suelen gozar de buen humor y, al pasar mucho tiempo con sus hijos, crean una relación de confianza en la que los niños se muestran sinceros y se sienten queridos y seguros.
“Mi papá es un desastre” nos muestra al mejor de los papás, un papá de verdad, con sus errores y sus defectos, pero que se acerca más a la figura del último padre, un papá con el que los golpes no duelen tanto, que nos enseña cosas muy chulas, divertidas e interesantes, un papá fuerte que siempre nos protege… Hay días que se quedan en el intento y cuesta sacar la pata de donde la han metido pero en resumen, tener un papá es un tesoro y hay que quererle muchísimo.
No hay nada más bonito que despertarse con un beso de un hijo. Es una receta infalible para arrancar el día con una sonrisa.
¿Sabíais que los padres españoles son los más besucones por las mañanas? Así lo confirma un estudio realizado por la empresa sueca IKEA, que cuenta que el 76% de los padres en España besa a sus hijos por las mañanas.
Así como necesitamos un buen desayuno para sentirnos repletos de vitalidad, también necesitamos los besos y abrazos de nuestros hijos para arrancar el día con positivismo.
En Shangai, sólo el 25% de los padres besan a sus hijos por la mañana, mientras que en Estocolmo, el 78% cree que es importante besar y abrazar a la pareja y a los niños por la mañana, pero solo un 48% lo hace, según este informe.
A todos los papás os proponemos poner el despertador cinco minutos antes durante la semana para disfrutar de ese ratito mágico para conectar con vuestros hijos.
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